Vuelven las bicis a Zaragoza
Este mes de enero han vuelto a funcionar las bicis de alquiler en Zaragoza.
Más bonitas, más ligeras y con el mismo precio, además los abonos pueden ser: anual de 30 euros, también mensual, diario y sencillo a viaje 50 céntimos por viaje. La nuevas bicicletas son eléctricas, es decir de pedaleo asistido.
Con Isabel ya hemos realizado el bautizo, la primera carrera ha sido hasta casa de mi hermana Asún. Partiendo del intercambiador de María Zambrano hemos seguido por calle Valle de Broto, pasando por la Plaza Mozart hasta la estación 55 en Marqués de la Cadena, un paseo sencillo y agradable.
Desde octubre que se retiraron las viejas, han sido tres meses de larga espera. El anclaje de las bicis es diferente a las anteriores se anclaban sobre una barra, los nuevos son individuales, tienen la ventaja que aunque se estropee no quede paralizada toda la estación. En estos días he comprobado que se han suprimido algunas paradas, como la de Kasan y la del parque del Tío Jorge y se han creado nuevas; en la calle Bielsa, junto a la estación del Norte.
Las viejas se donaron a una ONG que en principio las repartía por el estado español, algunas acabaron en Tudela. A partir de la DANA las que quedaban en Zaragoza se han llevado a Valencia.
En resumen contento con el nuevo servicio y las nuevas aportaciones de la bizi, que teniendo en cuenta que ya estoy entrado en año me viene bien el llevar la máquina asistida.
Antes que yo me hiciera viejo,
Ah lamentable antes que me dice: La juventud ya no está aquí
¡Oh, Juventud! Durante muchos y dulces años,
Es sabido, Tú y yo fuimos uno;
Lo tomaré como una amable presunción.
¿No puede ser que te hayas marchado!
Tú campana vespertina no ha teñido aún:
¡Y tú era, sí, una enmascarada valiente!
¿Qué extraño disfraz te has puesto ahora
Para hacer creer que te has ido?
Veo esos mechones con hilos de plata,
Ese andar fatigado, esa talla alterada;
¡Pero la marea viva florece en tus labios,
Y las lágrimas quitan luz a tus ojos!
La vida es sólo pensamiento: así pues pensaré
Que la juventud y yo aún somos compañeros de casa.
SAMUEL T. COLERIDGE
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