Día del árbol en Robres
El fin de semana pasado estuvimos plantando árboles en la sierra de Robres.
A las nueve y media de la mañana salimos desde el Plegadero, más de setenta personas, de todas las edades. Un total de novecientos árboles, la mayoría de pinos, también había sabinas y alguna carrasca. El lugar estaba situado frente a la paridera de Rosa, en la sierra, la dificultad fue grande porque es un terreno pedregoso y al clavar la jada en la tierra chocaba con piedras. Las plantas las poníamos a una distancia de tres metros, después de plantar el árbol se regaba con tres litros agua.
A las once paramos a almorzar en el corral de Rosa, el buen ambiente reinaba en la jornada. A mi izquierda Carmen y Blas y a mi derecha Aurora y Mari Carmen, que vino desde Zaragoza, la gente llegó desde distintas localidades, incluso de Barcelona... detrás de la pared se aprecian tres molinos y la silueta de la loma de la Pajera. Tras la parada de media hora vuelta al tajo, hacer hoyos de cuarenta centímetros.
Sandra, la organizadora del evento, dando explicaciones, mientras yo estoy picando y algunos mirando... a las dos y media comida en el salón, paella traída de Curbe, regada con vino de Robres y roscón de San Blas, que había sobrado para la comida de la fiesta y se guardo en el congelador. Fue una comida de convivencia entres vecinos del pueblo y forasteros. A todos participantes nos une el compromiso medio ambiental.
SOLO
Ya desde mi niñez, yo nunca he sido
Como eran otros; yo nunca he mirado
Como los otros; nunca mis pasiones
Brotaron del venero comunal.
Yo no sacaba de la misma fuente
Mis penas; no podía despertar
Mi corazón al gozo en igual tono,
Y todo lo que amé, lo amé yo solo.
Entonces, en mi infancia, en la alborada
De una más tormentosa vida, extraje
De cada abismo del bien y del mal
El misterio que aún me tiene sujeto:
Del torrente, o de la fuente,
Del rojo risco en el monte,
Del sol que giraba en torno
Con su otoñal tinte de oro;
Del relámpago en el cielo
Cuando me rozo volando,
Del trueno y de la tormenta
Y de la nube que tomaba forma
(Cuando el resto del cielo estaba azul)
De un demonio a mis ojos.
ALLAN POE