martes, 10 de junio de 2025

 Goya en la Aljafería

Por obras en el Museo Provincial de Zaragoza se han traslado obras de Francisco de Goya al Palacio de la  Aljaferia


A las once de la mañana comenzados la visita guiada. Mientras esperaba al resto de grupo tuve recuerdo para mi profesor Gonzalo Borras, en la anterior ocasión él fue el guía. Cualquier motivo es bueno para admirar a Goya, y más si la exposición se realiza en esta joya de la arquitectura zaragozana como es la Aljaferia. Para no repetirme en las obras de Goya, señalare pinturas no vistas hasta ahora. Comenzamos la exposición en la planta segunda, en la sala de Pedro IV, es la etapa de Goya grabador: tenemos los caprichos, los desastres de la guerra, los disparates...


La siguiente sala esta dedicada a los hermanos Bayeu: Francisco, Ramón y Manuel. Francisco Bayeu llego a ser director de la Real Academia de San Fernando y alcanzó la cima como pintor siendo pintor de cámara de Carlos III y Carlos IV, además fue maestro y protector de su Goya, su cuñado, al que introdujo en la corte. La obra de la imagen la Aparición de la Virgen del Rosario a Santo Domingo de Guzmán, pertenece a Manuel Bayeu, cartujo que decoro la Cartuja de Monegros,  y que conozco bien porque esta situada cerca de Robres y he visitado en numerosas ocasiones. Me parece un acierto dedicar una sala a estos pintores que han sido eclipsados por la fama del maestro.


Bajamos por la gran escalinata del Palacio hasta llegar a la primera planta, después de pasar por la sala del Tercer Taujel, en la que encontramos el libro de Goya en Italia, así las obras que realizo en este país, llegamos al Salón del Trono, esta dedicado a la época de Goya en la Corte, en  la  imagen tenemos a Fernando VII, recién llegado a España de Francia, es el rey absolutista que abolió la Constitución de Cádiz y quito las libertades al pueblo. El monarca con la mano en el puño de la espada y luciendo collar de toisón de oro y banda azul y blanca de la orden de Carlos. 





En 1789, Goya fue nombrado Pintor de Cámara, en los años siguientes realizo magníficos cuadros colectivos e individuales de la familia real. Se trataba de pinturas de gabinete destinadas a instituciones públicas y privadas, de las que se hicieron numerosas copias. Seguimos el recorrido de la exposición y llegamos a la Sala de Santa Isabel, para mí es aquí donde encontramos las mejores obras: Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma, ambos cuadros traídos del Museo del Prado. Según el guía Goya trato con más amabilidad a éste rey que a Fernando VII, frente al gesto serio de éste, Carlos con media sonrisa. La figura de María Luisa de Parma destaca sobre el fondo decorado con un cortinaje en tonos verdes y en ambos cuadros sobre la mesa reposan la corona y el manto de armiño, símbolos de la realeza.

La exposición finalizó el la Sala de los Pasos Perdidos, son dos salas en las que se exhiben cuadros de tipo religioso. Aquí nos dejó el guía y antes de alcanzar la puerta de salida pasé por la sala de las Cortes Aragonesa, observe que delante de cada asiento venía el nombre del diputado aragonés que lo ocupa. En definitiva cualquier excusa es buena para admirar las obras de nuestro genial y universal pintor: GOYA

Triunfo del existir

¿Qué temo? Soy parte del infinito.

Soy parte de la gran fuerza del universo,

Un mundo solitario dentro de millones de mundos,

Una estrella de primera magnitud que se apaga la última.

¡Triunfo del vivir, triunfo del respirar, triunfo de existir!

Triunfo de sentir el tiempo fluyendo helado por las venas

Y oír el rio misterioso de la noche

Y estar en la montaña bajo el sol.

Camino por el sol, estoy en el sol.

No sé de nada más que del sol.

Tiempo –transformador, tiempo –destructor,

Tiempo –hechicero.

¿Llegas con nuevas intrigas, con mil astucias

Para ofrecerme una existencia

Como una pequeña semilla, una serpiente enroscada,

Una roca en medio del mar?

Tiempo –tu asesino- ¡aléjate de mí!

El sol llena mi pecho de deliciosa miel hasta el borde

Y dice: un día se apagarán todas estrellas,

Pero seguirán brillando siempre sin miedo.


                                                                  EDITH SODERGRAN


 



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