sábado, 25 de julio de 2020

En el cementerio de la Cartuja

Como todos los años cuando llega el mes de julio nos acercamos al cementerio del barrio de  la Cartuja, en la carretera de Castellón.


Como en todos los cementerios nos encontramos con estatuas funerarias, pocas porque el recinto es pequeño. El edificio más grande en el Panteón de la Beneficencia , la diferencia de otros camposantos es que tiene un recinto cerrado para el enterramiento de monjas, aquí es donde descansan los restos de Tomasa, hermana de Vitoria.


La Hermana Tomasa falleció el 17 de julio de 2008, había cumplido 83 años, desde entonces todos los años nos acercamos hasta su tumba, para poder entrar al recinto de las monjas tuve que pedir la llave al enterrador y guardia del recinto. Después de dedicar unos minutos al recuerdo de la hermana Tomasa, limpieza de lápida incluida, nos dedicamos a leer las que estaban próximas por ver si Victoria conocía alguna compañera de Tomasa que hubiese recientemente fallecido.


Roberto Bayod Pallares en el libro "El gobierno intruso de Napoleón"  relata: "Desde la misma ocupación de Zaragoza por los franceses, se dispuso que todos los cadáveres de la ciudad y de sus hospitales fueran sepultados en el cementerio que era propiedad del Hospital de Nuestra Señora de Gracia, sito en el camino de la Cartuja, hoy carretera de Castellón y todavía llamado Cementerio de la Cartuja y que es propiedad de la Diputación Provincial. En este camposanto había muchos hoyos para sepulturas, pero fueron tantas y tantas las muertes, que en 1812 ya habían sido ocupadas todos, siendo difícil el efectuar nuevos enterramientos. En vista de ello, el Presidente de la “Sitiada” el 7 de marzo de 1812, recurrió a la policía y al hospital militar, pues también ellos usan los hoyos, para que contribuyesen a la apertura de nuevas sepulturas, ya sea con trabajadores o sufragando los Gastos"


Tomasa Ascaso Santolaria perteneció a las Paulas durante 58 años, durante varios desarrollo su labor en el Hospital Royo Villanova, tenia carnet de conducir y llevaba una furgoneta, cuando yo la conocí estaba de jefa de cocina en el Seminario de San Carlos, ahora convertido en residencia de sacerdotes, de ahí paso a la secretaria del arzobispado hasta la jubilación. Con Carmen la visitamos en un piso residencia para monjas en la calle Supervía. Estando aquí le dio un derrame cerebral y paso varios días en el Hospital Clínico, en mis reiteradas visitas pude cambiar impresiones con varias de sus compañeras, me informaron de como se organiza la congregación, de los trabajos que desarrollan y de los cambios producidos en la orden en los últimos años.

¡Sigamos adelante
Subamos más alto!
El aquí abajo en la tierra
Y la existencia
No son soportables.
Tomemos ese camino
Empinado.
¡A las alturas!

Friedrich Nietzche

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