viernes, 10 de julio de 2020

Los últimos días de nuestro gato, Bakunin


El martes 7 de julio murió Bakunin, nuestro gato con el que hemos convivido más de doce años.


Bakunin había nacido el 1 de mayo de 2004, según consta en la cartilla sanitaria, de especie felina, raza de siamés y color chocolate... Baku, que así lo llamábamos llegó a casa procedente de la de Angelines y al principio le costo adaptarse a nuestro modo de vida, estaba todo el día escondido.


Baku, a finales del año pasado empezó a perder peso, lo llevamos al veterinario que nos advirtió que se trataba de una enfermedad grave de riñón, desde entonces han sido varias las crisis que fue superando, a partir de febrero, estuvo tres días sin comer le inyectamos suero diariamente... además de  la perdida de peso la sed era otra de las características de la enfermedad, en cuanto Baku oía que abríamos el grifo del lavabo se las arreglaba para subirse a la pila a beber agua.


Tristeza, es el sentimiento que sentimos en casa. Baku era uno más de la familia, durante el día igual se sentaba junto al ordenador, que en los apuntes de Viky, a veces se echaba la siesta con Isabel y para dormir siempre en nuestra cama, se echaba a los pies, para no molestar... éstos días sentimos que alguien falta en casa, no es la misma.


¿Y ahora qué? Ahora nos quedamos con los recuerdos de un animal de compañía que parecía tener la ternura humana. Los restos de Bakunin descansan en tierra, debajo de la higuera, junto a los perros de la familia, en el corral de Robres. Fue hace doce años, en junio de 2006 cuando la levante la losa vez anterior, para sepultar al perro que nos mato un coche en la puerta de casa... cada vez que miremos la higuera nos acordaremos del bueno de Bakunin.

Los gatos
Los férvidos amantes y los sabios austeros,
Aman del mismo modo, en su madura edad,
Los poderosos gatos, orgullo de las casas,
Como ellos sedentarios frioleros como ellos,
Amigos de la ciencia, del deleite gustoso,
El silencio y el vértigo de las tinieblas buscan,
Los empleara el Erebo como corceles fúnebres,
Si pudieran al yugo inclinar su altivez.
Cuando sueñan adoptan actitudes augustas
De esfinges reclinadas contra la soledad,
Y parecen dormidos con un sueño sin fin;
Mágicas chispas brotan de sus ancas mullidas
Y partículas de oro como una fina arena
Vagamente constelan sus místicas pupilas.

CHARLES BUDELAIRE



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