sábado, 4 de octubre de 2025

 La recogida de las almendras

Un año más, en el mes de setiembre hemos recogido las almendras en el campo de los Mondellos en Robres.


Con Jose Mari de compañero, empezamos el sábado 13 de setiembre, en esta ocasión por la Marcona, estaban secas y como tienen más valor económico en le mercado me interesaba recolectarlas las primeras. El peligro de tormentas con pedrisco es real, de hecho en este mes cayo una fuerte en Zaragoza. Sentado sobre el toldo metálico y sentado sobre un saco lleno de almendras recogidas paramos a tomar un trago de vino en la bota, detrás nos esperan las almendreras para quitarles el peso de su fruto. José Mari también me ayudo el 14 domingo, después comimos los cuatro, con Ana y Carmen.

Los días 17 y 18 de setiembre estuvimos en el campo con Isabel, aprovechando que había hecho la noche en el Hospital Miguel Servet, fueron dos días de fuerte calor, así es el campo pasas del frio al  calor en unas horas. Como siempre la hora del almuerzo es la mejor del día, en esta ocasión pan con tomate y jamón, para beber agua para Isabel, que guardamos fresca en la nevera amarilla, y para mi vino para retomar las fuerzas del agotador trabajo.



Las mañas del 29 y 30 estuvimos con Vicky en el campo, por la tarde pasamos las almendras por la máquina para quitar las pelarzas, después, con Carmen seleccionamos las limpias de las que aún mantienen la pelarza. Este año la cosecha ha sido muy mala. El último día varee las almendreras comunes, son las más viejas y altas, me tuve que subir algunos arboles para que cayeran, la cosecha de las ¡¡ almendras comunas ha sido catastrófica!!, no ha llegado a un 20 % de un año medio.


 La fotografía final de Vicky cubierta de almendras este año, debido a la floja cosecha ha sido tumbada encima de las larguetas. A pesar de todo estamos contentos por haber finalizado el duro trabajo en el campo, que bonita es la vida en el campo y que difícil vivir de él.

Otro año más trabajando las almendras, y ya tengo 70, no se cuanto tiempo me aguantara el cuerpo.


En una noche nos hacemos viejos

Y, al despertar al mundo, la mañana

En la luz del cristal de la ventana

Nos clava, como insultos, sus reflejos.

Los ojos en el agua son espejos

De la memoria llena de gris grana

Y la palabra, para siempre cana,

Nos deja sus acentos circunflejos.

En el lavabo de las horas lavo

El hollín de los días. Las semanas

Dejan cal en el cuerpo; ladeada,

La sombra de los años, ignorada,

La inteligencia de las cosas vanas:

El grifo, el jabón, este lavabo.

                                                          JAIME SILES

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