Cogiendo almendras en Robres.
En el campo la llegada del otoño trae consigo las labores de la vendimia y la recogida de la almendra.
Diez días he estado en Robres recolectando almendras. La jornada empezaba temprano, a los ocho de la mañana íbamos al campo, el método el clásico, varear el árbol para que las almendras caigan a los toldos metálicos, de seis por seis metros.
Al mediodía a casa, las almendras que hemos cogido las ensacamos y las llevamos en el coche. Al olor de la comida una gata que vive en casa del Montañés, vecino fallecido, salta la tapia del corral
y se acerca hasta la ventana de la cocina esperando su comida.
Tras la siesta limpiamos las almendras en una máquina... una vez pasadas las echamos un repaso, pues en el pozal de las limpias siempre cae alguna sucia e incluso pelarzas secas... así se nos hacían las ocho de la tarde... total doce horas de trabajo... ¡duro es el oficio de agricultor, trabajar de sol a sol!
Antes de la llegada de la máquina el trabajo de limpiar almendras era manual, toda la familia participaba... en la fotografía de 1987 el ve al señor José, mi suegro ya fallecido, acariciando al perro, la señora Victoria a su lado, mi cuñado Cecilio escoscando almendras de una caja a, Carmen en chandal y papá y mamá, también fallecidos.
He leído que el consumo ideal 25 gramos al día, unas 20 almendras para obtener el aporte de calcio y proteínas necesario para una buena salud.
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