viernes, 7 de agosto de 2015

El Bósforo

El cuarto día de estancia en Estambul cogimos un barco para pasar a la zona asiática.


El embarcadero situado junto al puente Gálata, en primer plano a la izquierda de la pequeña mezquita Yeni Camií (Mezquita Nueva), en la parte central la majestuosa mezquita de suleymaniye.
 Nos dirigimos a Usküdar, a través del Bósforo, el estrecho que separa Europa de Asia y une el mar Negro con el mar de Mármara... un paseo en barco nos vino bien para descansar del ruido y las caminatas por las calles empedradas de Estambul.


Dejamos el Cuerno de Oro, ría de mar que separa el casco antiguo, donde se encuentran los grandes monumentos (Topkapi, Santa Sofía, Mezquita Azul, Gran Bazar...), de los nuevos barrios: Beyoglu, Besiktas, pronto divisamos la blanca torre faro de Leandro.


En menos de media hora desembarcamos en Usküdar, zona asiática, antiguo pueblo de pescadores y que con el crecimiento se ha convertido en un barrio periférico de Estambul, parece ser que aquí los precios son más bajos, así es que realizamos algunas compras.... enfrente se extiende la ciudad nueva, con rascacielos y el puente construido sobre el Bósforo que une Asia y Europa por tierra.


Un lugar privilegiado para contemplar la ciudad es desde la torre Gálata, cerca de la plaza Taksim, detrás de las nuevas construcciones en el Beyoglu se aprecian gran cantidad de barcos que surcan las aguas del Bósforo... la sensación que me ha provocado Estambul al caminar por sus calles, al admirar sus palacios, en las compras en tiendas y mercados, al visitar las iglesias cristianas y las mezquitas con sus cementerios, en las comidas en restaurantes y el paseo en barco... la impresión que me ha dado  es la de estar en una mundo donde se funde la fantasía religiosa mística oriental con la forma de vivir en Europa, en el mundo occidental.

¡ Tira lentamente de los remos, no despiertes al claro de luna
no despiertes al agua sumergida en un mundo se sueños!
Duerme la tierra en brazos de la primavera,
¡que dure el sueño hasta el amanecer, que no despierte!
¡Que el mundo permanezca envuelto en esta música celeste!
¡que ni un solo ruido se desvele en el gozo de esta noche!
¿Oh rosa, di al ruiseñor que siga quedo,
que no turbe al amigo, ebrio de dicha en el jardín de rosas!
No vale la pena, Kemal, abrir los ojos para cerrar la vida.
Deja que la heroica palabra -de este sueño- no despierte.
YAHYA KEMAL







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