Fiestas de la Asunción en Robres
Del 14 al 19 de agosto se han celebrado las fiestas en Robres, y ahí hemos estado.
Oficialmente las fiestas comenzaron a las doce de la mañana del día 14 con el cohete anunciador lanzado desde el balcón del ayuntamiento... después por la tarde a las siete comenzó el pasacalles con carrozas de las peñas. la "cuadrilleta Marchosa", ataviadas de equipo de natación sincronizada: Laura, Adela, Ainhoa, Carlota, Ana y mis hijas Isabel y Victoria volvieron a ¡ganar el concurso! de carrozas.
El día 15 tuve que llevar a Viky a trabajar a Zaragoza, volvimos a las cinco y aún llegue al partido de futbol que enfrento al Robres contra el Tardienta… De entre los distintos actos celebrado estos días destacaría la Gala de artistas locales en la iglesia parroquial, y en particular al grupo "Ababolicos ensamble", grupo coral que lo componen Lorenzo Lasheras y su mujer Esperanza, Olga, Nieves, Teresa, Miguel y mi prima Pilarin, me sorprendieron gratamente.
Un motivo más de alegría en estas fiestas ha sido la visita que hemos recibido de nuestros amigos Pilar y José Antonio, por la mañana visitamos el museo etnológico de Julio Maza, que con el entusiasmo y amabilidad de que siempre hace gala nos fue relatando la historia de la adquisición de cada una de las piezas que exhibe.
Por la tarde tomamos café con Angel y Carlos, ex alumnos de Robres del Seminario de Huesca con quien coincidimos varios años, más tarde Elías se uniría al café. El recuerdo fue para los compañeros de nuestro curso que ya nos dejaron: Sagardoy, Asín Lansac, Asin Serrate… y también para algún profesor: Bonet, "Lemon", Cao, Catón...
En definitiva otras fiestas que pasamos, tan sólo deslucidas el día 16 debido a la fuerte tromba de agua que cayó sobre Robres.
Fue un tiempo en que los deberes
su paso acuciaron;
y al ir para sus quehaceres,
sus plantas buscaron
la horma aquella en que placeres
de amor le empeñaron;
ocasos y amaneceres
pasar le miraron,
y así afanes y deberes
la senda trillaron.
Fue aquel tiempo en que los años
pasan, hijo mío;
cuidados y desengaños
menguaron su brío;
el viejo, en días huraños
de un diciembre frío,
tendió un puente en que, sin daños,
traspasar el río.
-¡y así acabaron los años
la senda, hijo mío!-
EDUARDO MARQUINA
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