martes, 22 de enero de 2019

Hoguera en la calle Huesca de Robres

Como cada 19 de enero, celebración de san Fabián y san Sebastián hemos encendido una hoguera en la calle Hueca.


En la noche del 10 han ardido una veintena de hogueras en todo el pueblo. En esta ocasión hemos notado la ausencia de Mari Guiseris y su marido Antonio Becana, recientemente fallecido. ¡Hemos tenido un momento para el recuerdo!


Las brasas, apartadas con una pala de la hoguera, han sido la estrella de la noche; sobre tres parrillas, la panceta, el chorizo y la longaniza se han calentado rápidamente.
La  noche no estaba para estar mucho al raso, así es que nos hemos refugiado en casa de Pilarin y José Antonio, donde hemos seguido la velada.


Los chic@s han encendido su propia chera, llevan ya varios años y se han convertido en unos expertos. Después se han dado una vuelta por el pueblo para comparar el tamaño de las distintas hogueras encendidas en el pueblo. 


Nuestra calle podría también llamarse carretera de Huesca, pues las casas están alineadas junto a la carretera que lleva hasta Huesca capital, tan solo el parque de san Blas, a la izquierda, rompe el alineamiento de las viviendas. a la derecha, nuestra casa, le sigue la de José Brosed, después la de Enriqueta, le sigue la de mi hermana, después Mary Guiseris, los joyeros, Ramon y Elvieque dejan paso al camino del cementerio, en frente se sitúa la de Rosario y Jeromo, Mari Carmeny al final la gasolinera y vivienda de José Conte, en frente, pasando la carretera se sitúa casa de Blas. le sigue la explanada del silo, donde hacemos la hoguera, antiguamente había una balsa, "balsa carrasca", le sigue la casa de Pilarin y José Antonio, que deja paso a la entrada al pueblo por la calle San Blas, y en frente las casas de Regina y Silvia que dan paso al parque de san Blas, donde se encuentra una ermita del mismo nombre y termina en la casa de Pilar y Luis, frente a la nuestra. 

Alegrémonos, amigos,
que la guerra se acabó.
He perdido un brazo en ella
y otros han perdido dos.
He ganado cuatro cruces
y el bandín de capitán,
y a mi novia, cuando vuelva
la hallaré casada ya.
El retiro a media paga
y a pudrirme en un rincón.
¡Qué bonita es, ¡ay!, la guerra,
que bonita, vive Dios!
JUAN G. DE LUACES


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