Las alambradas de Gurs
Este domingo estuve con Vicky en la exposición del Museo Pablo Serrano sobre el campo de concentración de Gurs.
En Gurs, pequeña localidad francesa cerca de los Pirineos se construyo un campo de concentración en la primavera de 1939 para recibir a los españoles que huían de nuestro país tras Guerra Civil. Por el campo pasaron más de 30.000 personas pasaran por el campo en la primera etapa. Porque el campo estuvo abierto hasta 1945, fue el campo de concentración que más tiempo estuvo abierto.
La exposición la componen los dibujos que los internad@s le dieron a Elsbeth Kasser, enfermera de la Cruz Roja del campo de origen suizo. Elsbeth guardo los dibujos en una maleta durante 50 años.
En 1940 con el estallido de la Guerra Mundial se libera a los españoles, pero el regimen de Vichy, colaboracionista con los nazis detiene a las personas francesas de origen judío y las interna en Gurs. En 1942 las traslada al campo de exterminio de Auschwitz.
Tristeza es la cara que presenta Vicky ante los cuadros de los niños y las madres, una amamantando y la otra teniendo a su niño en sus brazos. ¡Y ahora nos quejamos de nuestro confinamiento!
Con la documentación de la maleta de Elsbeth Kasser contenía más de 200 acuarelas, gran cantidad de dibujos y fotografías... Entre 1944 y 1945 el campo estuvo ocupado por un pequeño grupo de franceses colaboracionistas, cerrándose el 31 de diciembre de 1945.
El hambre fue el primer enemigo de los habitantes del campo, En un cartel explicativo cuenta la enfermera Elsbert. "Cada persona disponía de una cuarta parte de la cantidad vital de alimentos considerada necesaria". Y en otro que Elsbeth Kasser, enfermera suiza (11 de mayo de 1920 - 15 de mayo de 1992, Suiza), durante la Guerra Civil española atendió a las mujeres y los niños victimas de los bombardeos de la artillería franquista, fue admitida en diciembre de 1940 en el campo de Gurs para abrir un barracón de la Cruz Roja. Hasta noviembre de 1943, Kasser se dedicó a ayudar a los niños, a madres jóvenes y mujeres solas que habían acabado en Gurs. Los cuidaba, jugaba con ellos, les enseñaba a leer, a dibujar y procuraba conseguirles algo de comida. Su amabilidad con internos y vigilantes, provocaron una gran admiración en este lugar de miseria, Y por eso, la llamaron "el ángel de Gurs". En agradecimiento a su labor, recibió varias decenas de dibujos y pinturas hechas por los artistas que habia en el Campo y que hoy constituyen un testimonio extraordinario.
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