En Requena, Jorquera, Albacete y Cilanco
Desde el Balneario la Concepción en Villatoya, hemos seguido haciendo excursiones.
El día 26 de abril, quinto de nuestra estancia nos dirigimos hasta la localidad valenciana de Requena, a 30 kilómetros de Villatoya. en Requena subiendo por la cuesta del castillo visitamos la ciudad medieval, admiramos la torre del homenaje y la fortaleza, así como la muralla, seguimos hasta el corazón de la medina y nos encontramos con las iglesias de Santa María, San Nicolás y San Salvador, con magnificas fachadas en las puertas de entrada, todas estaban cerradas... donde si entramos fue en una bodega que daba acceso a una de las cuevas que se encuentra en la plaza del ayuntamiento. Más interesante resulto la visita al museo de la Seda, en una casa de tres pisos situada en el antiguo barrio musulmán. El guía nos comentó que a finales del siglo XVIII en Requena existían 800 telares de seda, siglos más tarde vino la crisis y se cerraron todos los telares. Un video nos explica como se fabrica la seda, partiendo de la cría del gusano hasta llegar a las prendas de vestir. En la fotografía se aprecian seda de diferentes colores. A la salida la dueña de la casa vendió dos pañuelos uno a Carmen y otro a Mari Carmen. Abandonamos la parte histórica hasta llegar al ayuntamiento, de aquí al coche y vuelta al balneario.
El día 27 visitamos los pueblos de
Tolosa y Carcelen, en los límites de la comarca de la Mancheta.
El séptimo día, el 28 de abril estuvimos en Jorquera, pueblo de trescientos habitantes, encerrado en las murallas, incluso la tapia del cementerio está en la murallas. Jorquera se sitúa en una de las hoces de Júcar, las vistas del rio son espectaculares. Caminando por las estrechas calles encontramos la iglesia, que amablemente nos enseña el sacristán, nos comenta: "iba para cura y me quede en monaguillo", la iglesia tiene nave única y bóveda de crucería, la visita a la localidad termina en el castillo. Después la vuelta a casa con parada en un mirador para las echar la bonitas fotografías del pueblo y sus alrededores.
El 29 de abril, salió nublado, fuimos a la capital, Albacete, a setenta kilómetros del Balneario, echamos gasolina en Carrefour y aquí dejamos aparcado el coche, los primero fue comprar una navaja, en la tienda Barbero, la casa de las navajas, la vendedora me indico que es obligatorio guardar la factura con la navaja porque hay que acreditar su origen; como era lunes el museo de la navaja, cerrado por ser lunes, al lado el ayuntamiento y cerca la catedral, en la plaza dela Virgen patrona de la ciudad, con majestuosa fachada, ascendimos por la escalinata para entrar, en el interior me han gustado las vidrieras por su colorido y el retablo renacentista. En la plaza del Altozano vemos dos estatuas, una del cuchillero y otra dedicada al director de cine José Luis Cuerda, desde aquí andamos por la calle Mayor y nos encontramos el pasaje de Lodares, con techo acristalado y fachadas modernistas de las tiendas. Empezó a llover y nos pusimos los chubasqueros. Seguimos andando por la calle Tesifonte Gállego hasta llegar al parque Abelardo Sanchez, adornado con estatuas y jardines poblados de diferentes especies de plantas, bajo una lluvia fina nos dirigimos al coche con la intención de volver a esta capital hasta hoy desconocíamos.
El día 30 de abril fue el último en el Balneario la Concepción, teníamos la salida el día pero había que llegar a Robres para comer con la cuadrilla, así que adelantamos un día la vuelta. Después de desayunar y tomar el baño nos fuimos, con Mari Carmen y Paco a Cilanco, pedanía de Villlatoya, el cielo estaba con nubes, en el camino nos encontramos con un lugareño en silla de ruedas, nos comento que hacia poco tiempo le habían cortado la pierna, vivía solo los fines de semana veía el hijo, cerca de él había un choto, de largas barbas que le acompañaba en su recorrido, "tuve un rebaño de cincuenta cabras y al cortarme la pierna las vendí, me he quedado con el choyo; preguntamos porque se habían muerto tantos pinos, la respuesta es que hubo un tornado que arraso con todo: árboles, tejados... me salvo el choto que proveyó la tormenta y fue a refugiarse y yo le seguí.
Por la tarde emprendimos el regreso a Zaragoza, nos dio pena separarnos de Mari Carmen y Paco, con quien durante diez días compartimos mesa, baños, íbamos a la misma hora y excursiones por la zona, Paco había sido conductor y conocía bien las carreteras. Me queda la esperanza de poder ver de nuevo a los nuevos amigos que hemos hecho en nuestra estancia en el Balneario de la Concepción.
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