domingo, 3 de marzo de 2019

In Memoriam de don Gonzalo Borrás

El 27 de febrero falleció Don Gonzalo Borrás Gualis. En la prensa, al pie de la triste noticia venia la fotografía del profesor delante de la Aljafería, el edificio más querido de don Gonzalo.


Gonzalo Borrás fue mi profesor, el mejor profesor que jamás he tenido, se le notaba su amor por el arte, lo demostraba en la pasión con que impartía las clases, era una delicia escucharle. Tuve la suerte de ser su alumno en el curso 1989-1990. Desde el primer día nos cautivó a los alumnos, por lo que supe después era habitual en él.

Recuerdo perfectamente la primera clase, nos explico la obra de Van Eyck "El matrimonio Arnolfini" La forma de explicar era algo nuevo para mí, estaba en la Universidad de Zaragoza, en el Geografía e Historia por la tarde, para "currantes" que compaginábamos el trabajo con los estudios. Por primera vez oía hablar del simbolismo en el arte: "El espejo, como ojo del testimonio, donde se representa a quien celebra la ceremonia nupcial, el perrito como reflejo de la fidelidad y el amor terrenal, la luz símbolo de la divinidad, Giovanna, símbolo de la belleza gótica, lleva un elegante vestido verde, no esta embarazada pero sugiere la fertilidad..." y así durante una hora. ¡fue inolvidable la primera clase!. Como en la conversión de san Pablo de Caravaggio, otra clase para el recuerdo," la luz que nos mando Gonzalo Borrás nos convirtió  a su religión".


La pérdida de Don Gonzalo me ha dejado huérfano, me considero un hijo espiritual. Porque sus enseñanzas han trascendido las paredes de la Universidad. La defensa de la cultura y la libertad y su capacidad para generar ilusión me parecen unas enseñanzas merecedoras de seguirse.Recuerdo que en la elecciones municipales de mayo de 1991 se presentó por la CHA, estaba en tercero de carrera y yo era el delgado de clase, voté a la CHA, o mejor le voté a él, no salió elegido, es mi signo a quien yo voto no gana.
Cuando termine en la universidad cada vez que nos encontrábamos, Zaragoza es una ciudad propicia para el encuentro, nos saludábamos y cambiábamos unas palabras. La última vez que le vi fue en el bar el Picadillo, me comento que quedaban a cenar un grupo de amigos, me pareció reconocer a varios profesores universitarios, también me hablo de la terrible enfermedad que había contraído, me lo dijo como él hablaba siempre, con una sonrisa.


La realidad es que a don Gonzalo Borrás le conocí antes de ir a sus clases, fue de oídas, por Miguel Angel, de quien el ocho se cumplirán 27 años de su fallecimiento, Miguel me contó, en los años 80, que tenía un profesor que llegaba a la universidad en un seat 600, que en clase fumaba celtas y era concejal por el PCE, luego me entere que era el profesor Borrás.

La última lección magistral a la que tuve la suerte de asistir fue en una visita con la Universidad Popular, para personas jubiladas que él dirigió en el Palacio de la Aljafería, en noviembre de 2016, (blog. 3-12-16). Nos habló de la Aljafería como de un edificio esquizofrénico, porque ha sido una parte restaurado,  en otra rehabilitado y en otra machacado...

PADRE MÍO.
Lejos estás padre mío, allá en tu reino de las sombras.
Mira a tu hijo, oscuro en esta tiniebla huérfana,
Lejos de la benévola luz de tus ojos continuos.
Allí, nací, crecí; de aquella luz pura
Tomé la vida, y aquel fulgor sereno
Se embebió en esta forma, que todavía despide,
Como un eco apagado, tu luz resplandeciente.
Bajo la frente poderosa, mundo entero de vida,
Mente completa que un humano alcanzara,
Sentí la sombra que protegió mi infancia. Leve, leve,
Y si bese a los pájaros, si pude posar mis labios
Sobre tantas alas fugaces que una aurora empujara,
Fue por ti, por tus benévolos ojos que presidieron mi nacimiento
Y fueron como brazos que por encima de mi testa cernían
La luz, la luz tranquila, mi heridora a mis ojos de niño.
………………….
Huérfano de ti, menudo como entonces, caído sobre una hierba triste,
Heme hoy aquí, padre, sobre el mundo en tu ausencia,
Mientras pienso en tu forma sagrada, habitadora acaso de una sombra amorosa,
Por lo que nunca, nunca tu corazón me olvida.
……………………..
Pero yo soy la carne todavía. Y mi vida
Es de carne, padre, padre, padre mío, Y aquí estoy,
Solo, sobre la tierra quieta, menudo como entonces, sin verte
Derribado sobre los inmensos brazos que horriblemente te imitan.



VICENTE ALEIXANDRE


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