Leciñena y la ermita de Magallón
Saliendo de Robres, el último domingo de mayo, como todos los años se ha celebrado la romería a la Santuario de la Virgen de Magallón en Leciñena.
La loma ofrecía un aspecto desolado, consecuencia del incendio sufrido recientemente, afortunadamente no afecto al edificio. Llegamos con Carmen a las diez, tomamos un café en la cafetería del albergue y saludamos a los amigos y familiares, alguno de ellos habían llegado andando, el camino de los romeros atraviesa la Sierra de Alcubierre hasta llegar al Santuario. A las once nos bajamos a Leciñena.
Ya en el núcleo urbano paramos en la plaza del Ayuntamiento, la fachada de ladrillo con alerón de madera, le da un aire mudéjar al edificio. En frente se encuentra el bar la Encina. Hace sesenta años, yo tenia siete, en éste día el ayuntamiento de Robres ponía un autobús hasta la ermita, aquí comíamos de bocadillo, por la tarde recuerdo que el autobús aparcaba en esta plaza, eran tardes de mucho calor, como la que hizo el domingo y entrabamos a comprar helados al bar la Encina, pasados los años, muchos vecinos de Robres tenemos coche propio y han suprimido el autobús.
Paseando por la calle Mayor llegamos a la iglesia, que tiene una esbelta torre de tres cuerpos, construida en ladrillo. Cada vez que voy a la ermita me gusta bajar a Leciñena, pasear por sus calles, recordar los rincones por los que he jugado y he disfrutado con amigos que ya no están, como Miguel o José Manuel... pasado el tiempo y mientras en el santuario estaban con la misa nosotros nos bajábamos a tomar vermut. El cartel junto a la entrada anuncia el Restaurante el Porteago, fundado por Mercedes y Luis, para quien mamá trabajo en Zaragoza cuidando a sus hijos pequeños, dos bonitos gemelos. El año de la inauguración estuvimos tomando café con mamá. Creo que lo han traspasado y ya no lo lleva la familia. "A los hijos no hay que dejarles trabajo, hay que dejarles dinero".