Visitando Almería capital
Los días 11 y 12 por la mañana cogimos, en la puerta del hotel, el bus 330, a las nueve de la mañana y recorrimos los veinticinco kilómetros que nos separan de la capital de Almería. Más de una hora dura el trayecto debido a las diversas paradas que realiza el autobús.
El sábado salimos de la estación y caminando paralelos al puerto llegamos al parque Salmerón hasta la puerta de la Alcazaba, el principal monumento de la ciudad. Es la mayor de todas las fortalezas musulmanas que he visitado. Cerca de la entrada me saludo a Abderramán III, que la mando construir.; más de dos horas nos llevo el recorrido por el interior de las distintas dependencias: salones, jardines, fuentes, estanques, torreones...
La catedral tiene un aspecto de fortaleza, en la fachada destaca el juego de columnas y frisos con relieves. El interior es oscuro y como se celebraba misa no pudimos apreciar el altar mayor ni las esculturas. Cerca de la catedral visitamos el convento de las Puras habitado por monjas de clausura en el interior recorrimos la iglesia, el claustro y dependencias de las monjas.
De vuelta a Estación Intermodal Paseamos por la Avenida García Lorca El principal y más bonito bulevar de la ciudad. Al día siguiente volvimos a pasear bajos las palmeras de la Rambla de Federico García Lorca hasta llegar a la Puerta de Purchena me lleve una pequeña desilusión pensaba que era una puerta de acceso a la ciudad y resultó ser una plaza, pero para plaza bonita la Plaza Vieja.
De los museos que hemos visitado destaco dos que las guías no citan como importantes: La casa del poeta Dedicado a José Ángel Valente. Mejor aún que el museo ha estado el guía, nos ha ilustrado sobre la vida y obra de este poeta para nosotros desconocidos y además nos ha mostrado "el secretillo", un pasadizo secreto, al que se accede tras mover la estantería de libros...El museo de la Guitarra dedicado a la figura de Antonio Torres (1817-1892), ilustre lutier cuyos instrumentos fueron adquiridos por los guitarristas clásicos de la talla de Francisco Tárrega, Andrés Segovia o Regino Sainz de la Maza quienes consideraban sus guitarras como auténticas joyas musicales.
Defensa de la alegría
Defender
la alegría como una trinchera
Defenderla
del escándalo y la rutina
De
la miseria y los miserables
De
las ausencias transitorias
Y
las definitivas.
Defender
la alegría como un principio
Defenderla
del pasmo y las pesadillas
De
los neutrales y de los neutrones
De
las dulces infamias
Y
los graves diagnósticos
Defender
la alegría como una bandera
Defenderla
del rayo y la melancolía
De
los ingenuos y de los canallas
De
la retórica y los paros cardiacos
De
las endemias y las academias
Defender
la alegría como un destino
Defenderla
del fuego y de los bomberos
De
los suicidas y los homicidas
De
las vacaciones y del agobio
De
la obligación de estar alegres.
Defender
la alegría como una certeza
Defenderla
del óxido y la roña
De
la famosa pátina del tiempo
Del
relente y del oportunismo
De
los proxenetas de la risa.
Defender
la alegría como un derecho
Defenderla
de dios y del invierno
De
las mayúsculas y de la muerte
De
los apellidos y las lastimas
Del
azar.
Y
también de alegría.
MARIO BENEDETTI
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