Exposición de Sorolla en el Camón Aznar (ahora Museo Goya)
El miércoles 7 de agosto, hemos estado con Carmen viendo la exposición "En el mar de Sorolla con Manuel Vicent"
La exposición es refrescante en estos días de calor en Zaragoza, ya llevamos la sexta ola, pasan de cuarenta grados. De la obra niños bañándose en la playa escribe Vincet: "De aquel primer viaje al mar se quedaron en la conciencia dos sensaciones, que la luz del sol también tiene su sonido interior y la pequeña felicidad de posar la lengua por los labios hinchados por la sal".
Varios son los cuadros que Sorolla dedica a Clotilde, su mujer, en este lienzo de Clotilde en la playa, apreciamos la diferencia con los niños desnudos. Manuel Vicent en un insólito dialogo entre la pintura y la literatura plantea un recorrido poético y visual y escribe: "En la playa algunas adolescentes se bañaban en camisón, unos chicos las miraban, luego entre ellos cuchicheaban y se reían.
"Varias yuntas de bueyes tirando de la proa de las barcas con toda la tensión en los músculos. El boyero sentado en la testuz del animal, guiándolo con una vara, los marineros empapados sacando las cestas de pescado, las pescadoras con vestidos blancos esperando en la playa, las velas todavía hinchadas... esa ha sido una estampa clásica de una aparente dicha Miterranea. Debajo de la lumínica paleta de Sorolla estaban las miserias y pasiones de los hombres del mar, con blasfemias, silencios humillados, las borrascas se suceden en tierra mediante celos, venganza, naufragio que expresa la novela Flor de Mayo de Blasco Ibáñez. que se sirvió de aquellos pescadores para elaborar un drama naturalista a la manera de Zola.
Pescadoras valencianas es la cuarta obra que más me ha gustado, en las exposiciones realizo mi propia visión, mi propio relato que puede coincidir o no con otros gustos. El texto que acompaña a las pescadoras "Son heroínas vestidas de blanco, arremangadas, que otean el horizonte, con miradas de fuego esperando que lleguen los marineros a tierra, que sin ellas saberlos todos se llaman ULISES.
Termino la exposición con un texto de Manuel Vicent, al que recomiendo leer en su columna de la última página de todos domingo en El País.
El arte consiste en detenerse en esa última nota que estructura toda una melodía, es esa pincelada ante la cual una imagen dice que basta...
La solemnidad de la noche
Muestra su poder, ataviada de peligros,
Bajo el acechante ruiseñor de la silenciosa luna.
Mi baile a la luz de la vida,
Descubre la inmortal historia
Que el corazón escribe con su sangre.
He penetrado en los cabellos del recuerdo:
En una nube de paz posa mi infancia.
Mi adolescencia fue un canto
Ahogándose en la felicidad
De los mil colores que el amor enciende.
NO es tan fácil reír y jugar
Cuando el albergue de la calma
Cierra sus puertas al corazón
Que, impulsado por el accidente de la soledad,
Convierte sus latidos
En una puntiaguda cruz.
La vida es algo más
Que una forma vaga y egoísta.
Ay, vivir tras la esencia eterna.
Más no confío en el
paisaje
Que en el más allá se esconde.
Mi espíritu medita, llora
Sobre su propia escena.
La inmortalidad recuerda
Cuantas nubes calladas
Junto a otras que han gritado, han sufrido,
Rieron y gozaron sin dejar huella sobre
Amaneceres sublimes donde, tras la sorpresa
Mantuvieron su grito
MARIANO ESQUILOR
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