lunes, 31 de octubre de 2016

León y Gijon


Del 23 al 30 de octubre hemos estado Carmen, Isa y yo por tierras astur-leonesas.

El primer día, tras siete horas de viaje llegamos a comer a Astorga, por la tarde a León.


El día siguiente lo pasamos por agua, primero paseamos por las orillas del rio Bernesga hasta llegar al puente romano junto al parador Hostal de San Marcas, después admiramos las pinturas románicas de San Isidoro y llegamos a la catedral, realizada en piedra cáliza, en época medieval, en torno a la cual gira la ciudad. ¡Una maravilla gótica!. La obra con semejanza de la francesa de Reims, desde la forma de su planta, la altura, los relieves en las tres portadas: la del Juicio Final, la dedicada a la Virgen y a los santos locales, en el interior las capillas de arcos ojivales, el triforio, el rosetón, el triforio y las vidrieras... todo obliga a admirar esta gran obra humana.


El segundo día asistimos a un concierto de órgano que se celebro en la catedral, el organista Daniel Oyarzabal interpreto obras de Bach, Mendelssohn, Brahms, Mussorgski, Messiaen y Rimki Korsakov... fue un concierto inolvidable en un marco incomparable.


Al tercer día cruzamos el puerto del Escudo y pasamos al principado de Asutias, comimos en Mieres  y pernoctamos tres días en la capital, Oviedo... uno de esos días cogimos un cercanías hasta Gijón, por la mañana paseamos por la playa de San Lorenzo, hacia fresquillo y solo los perros tenían valor para bañarse... subimos hasta el cerro de Santa Catalina y bajamos por el lado oeste hasta el puerto.


Por la otra parte de la cima se encuentra el puerto, donde comimos, recordando nuestra estancia de hace veinte años en esta ciudad, estuvimos alojados en el barrio de Somio... que tiempos aquellos, las chicas tenían tres y cinco años y vivía el señor José, por la tarde paseamos por la ciudad y después vuelta a Oviedo.

EL ABUELO VÍCTOR

Sentado en el quicio de la puerta 
el pitillo apagado entre los labios 
con la boina calada y en la mano 
una bara nerviosa de avellano 
que recuerda su frente, limpia y clara 
Quizás la primavera deshojada 
el olor de la pólvora mojada 
o el sabor del carbón mientras picaba 
El abuelo fue picador allá en la mina 
y arrancando negro carbón quemó su vida 

Se ha sentado el abuelo en la escalera 
a esperar el tibio sol de madrugada 
la mirada clavada en la montaña 
es su amiga más fiel nunca le engaña 
Temblorosa la mano va al bolsillo 
rebuscando el tabaco y su librito 
y al final como siempre murmurando 
que María le esconde su tabaco 

El abuelo fue picador allá en la mina 
y arrancando negro carbón quemó su vida.



VÍCTOR MANUEL

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