En la atípica ferial del libro de Zaragoza
Ayer por la mañana estuve en la Sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza donde este año se ha celebrado la feria del libro.
Este año sólo han participado cuarenta editoriales y se ha cambiado el emplazamiento, se ha traslado a un lugar cerrado en el que antes de entrar te tomaban la temperatura y además el aforo estaba reducido.
Mi primera parada ha sido en la editorial Onagro y saludar a mi amigo Fernando, le he comprado el libro: "Napoleón, el emperador que adoraba España pero no a los españoles". Fernando que empezó publicando los libros que él escribía termino por fundar la editorial, y tras más de cuarenta años sigue en la brecha. Fernando es el autor de quien más libros he leído, un escritor humilde que seguramente no ganara ningún premio literario pero para mi una persona de gran valor humano que transmite en sus libros.
En uno de los stand dedicados al comic he comprado "
Señoría Labordeta" realizado por loa amigos Azagra y Revuelta. Basado en el libro Memorias de un Beduino en el Congreso de los Diputados. Es un simpático recuerdo a una persona tan entrañable como Labordeta. Azagra y Revuelta están trabajando en nuevo comic sobre la vida de Durruti.
A las doce he asistido a la actuación del grupo de teatro La Clac, al parecer hacen una representación todas las mañanas, la mayoría de los asistentes eran matrimonios jóvenes con niños pequeños, esta bien el fomentar la lectura y en estos tiempos va bien echar unas risas para levantar el ánimo.
Por recomendación de amigos también he comprado "El infinito en un junco", de Irene Vallejo, zaragozana a quien le han concedido el premio Nacional de Ensayo 2020. Del libro puedo hablar poco, solo llevo leídas cincuenta páginas.
He subrayado la frase: "la pasión del coleccionista de libros se parece a la del viajero. Toda biblioteca es un viaje; todo libro es un pasaporte sin caducidad". De los elogios recibidos, adjuntos a la tapa, me quedo con los de Maruja Torres: "Amistades lectoras: corred a leer el Infinito en un Junco" y con el de Luis Alberto de Cuenca: "Se puede se un filólogo magistral y al mismo tiempo escribir como los ángeles.
Vivid, la vida sigue,
Los muertos mueren y las sombras pasan;
Lleva quien deja y vive el que ha vivido.
¡Yunques, sonad: enmudeced, campanas!
Y hacia otra luz más pura
Partió el hermano de la luz al alba,
Del sol de los talleres,
El viejo alegre de la vida santa.
… Oh. Sí, llevad, amigos,
Su cuerpo a la montaña,
A los azules montes
Del ancho Guadarrama,
Allí hay barrancos hondos
De pinos verdes donde el viento canta.
Su corazón repose
Bajo una encina casta,
En tierra de tomillos, donde juegan
Mariposas doradas…
Allí el nuestro día
Soñaba un nuevo florecer de España.
ANTONIO MACHADO
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