El túnel del canal
La semana pasada estuvimos en Robres, nos acompaño Pili, amiga de Carmen.
Em el camino a Robres paramos en las trincheras Orwel, pero como había llovido bastante en la noche no hemos podido recorrerlas, las miramos desde la caseta en la que están colocados carteles explicativos de la vida en las trincheras.
Ya en Robres realizados una marcha por el canal de Monegros en dirección al túnel. Cruzamos el canal en el puente de las Cruces, atrás dejamos las granjas y el fondo la torre de la iglesia, la temperatura era buena y la marcha se hizo agradable.
En la marcha, en una curva, antes de llegar al puente de la Sardera nos encontramos con el bonito reflejo de pinos en el agua. Pili, aficionada a la fotografía no se cansaba de disparar la cámara fotográfica. La Sardera es zona de regadío y el color verde impregna el paisaje, se mezclan las granjas con los huertos, en primavera es la zona más bonita de Robres.
Después de dos horas llegamos al túnel, aquí finaliza el tramo II de regadíos del canal de Monegros, este 2º tramo comienza en el Acueducto de Tardienta. En este segundo Tramo de Monegros, demás de Robres el agua llega los términos de Tardienta,Torralba, Senés, Grañen y Almuniente y a los pueblos de colonización, de Frula y Monte Susin, construidos en 1953. El túnel tiene una longitud de novecientos y pico metros, en una ocasión, aprovechando que el canal no llevaba agua los pasamos con la cuadrilla hasta el otro lado que llega al termino de Alcubierre y comienza el Tercer Tramo.
Por la tarde, después de comer en casa unas costillas a la brasa fuimos al Centro de Interpretación de la Guerra Civil, que nos enseño Natalia, le gusto mucho a Pili. Carmen de llevo una alegría, porque por fin encontró en el panel con los nombres de fusilados por las tropas franquistas a su abuelo Ramón Gracia Expósito...
Ya en la plaza del Plegadero nos encontramos con un pasacalles infantil, por la tarde en Robres se celebraba el Carnaval. Mientras nuestras chicas estaban preparando su disfraz el carnaval de mayores lo tendrían por la noche.
Doy por sentado que el deseo
menoscaba la inteligencia,
venda los ojos del espíritu,
nos perturba y nos desasosiega.
La vejez parece que triunfa
sobre el deseo y lo destierra,
convirtiéndolo en un puñado
de ceniza, en una pavesa
imperceptible, en una sombra,
en el rescoldo de una hoguera.
¿Qué pinta entonces el deseo
que ahora, en plena edad tercera,
llega hasta ti para amargarte
el poco tiempo que te queda?
Se fue para siempre -creías-
y, a pesar de todo, regresa
con su equipaje de recuerdos
y su cortejo de molestias.
Llegó el deseo una vez más
y, como antes, persevera
en arruinarte la salud
y llenar de humo tu cabeza.
Déjalo pase, es mejor,
no hay quien lo pare o quien lo venza:
el deseo será tu dueño
hasta el fina de tu existencia.
LUIS ALBERTO DE CUENCA
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