viernes, 3 de noviembre de 2023

 En el cementerio de Robres

El día 1, día de los difuntos, a las 12 de la mañana estuvimos con el amigo Blas en el cementerio de Robres visitando las tumbas nuestros seres queridos.


Primero llegamos hasta donde están enterrados mis padres. Delante de las lápidas dos ramos, uno de margaritas y otro de claveles que mi hermana Asún había puesto el día anterior. Han pasado 15 y 17 años desde que fallecieron y no quiero que el tiempo desvanezca mis recuerdos. En el cementerio nos encontramos con gente que no viven en Robres y que aquí tienen enterrados a los padres, el cementerio sirve de nexo de unión con  gente que no habitan en el pueblo.


 Desde al nicho de padres nos dirigimos a la del amigo Miguel, hace 31 años, con Blas y Ángel le llevamos flores en la fecha del fallecimiento y el 1 de noviembre, recuerdo que fuimos a verlo unos días antes de se fallecimiento, estaba en el Hospital Clínico de Barcelona, le habían afeitado la barba, estaba en una burbuja por el trasplante de médula y entramos de uno en uno, al despedirse de mí vi que le había saltado una lágrima... tiempo después su padre Joaquín, enterrado debajo de Miguel, le visite en la residencia de Huesca y me dio un fuerte abrazo,  me dijo ¡es por mi hijo!. Falleció cuatro años más tarde.


Pasamos delante de los nichos de familiares: las tías Carmen, Aquilina, Mercedes y sus maridos Jesús, Domingo, Antonio... cuantos momentos vividos, recuerdos. Cerca de la puerta de salida del cementerio se encuentra de la tumba de los abuelos Aurea y Cayetano. El abuelo Cayetano falleció en febrero de 1964, recién nos habíamos trasladado a la casa nueva, junto a la carretera, había caído enfermo y paso tres meses en cama, por la tarde venían a verlo toda la familia. El día del entierro estuvimos comiendo en casa más de vente personas, todas llegadas de fuera de Robres, en pocas casas había coche y se dependía del autobús de línea. La abuela Aurea falleció en enero de 1975, la familia ya vivíamos en Zaragoza, también cayo enferma unos meses antes y la llevamos a morir a Robres. 


El martes 31 de octubre por la maña estuvimos, con Carmen, en el cementerio de Torrero, llevando flores a Victoria y José. El señor José falleció el 13 de octubre, el día anterior había nacido Laura, su última nieta a la que no conoció, el 12, día del Pilar fuimos a visitar a Laura, madre, para felicitarla y al día siguiente el funeral. Recuerdo un Pilar diferente. Victoria hace poco más de un año que nos dejó. Los recuerdos aún están muy recientes y cuando la nombramos se nos pone un nudo en la garganta.¡¡Para todos ellos nuestros recuerdos para siempre!!

¡Detente y considera! la vida no es más que un día,
Frágil gota de rocío que desciende su precario trayecto
desde la cima del árbol; el pobre sueño de un indio
cuando su barca se precipita por el abismo monstruoso.
¡Por qué tan triste gemido?
La vida es el deseo de la rosa aun no abierta;
la lectura de un cuento por siempre cambiante.
.........
Perderme lejos de aquí, disiparme, olvidar
lo que jamás entre las ramas he conocido;
la fiebre, el hastío, la angustia que se siente
aquí donde los hombres se escuchan sus gemidos,
donde el temblor sacude las tristes canas que quedan
donde la  juventud escuálida y marchita muere
donde sólo pensar significa tristeza
y desesperación de ojos plomizos,
y la Belleza pierde el esplendor de sus ojos.

JOHN KEATS


 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario